domingo, 12 de diciembre de 2010




La selva

verde mar

río salado



Susurra

pálidas notas

agudas fuentes

dulces olas




lunes, 6 de diciembre de 2010





A qué suena el amor
y la tristeza
blanco y negro en tus manos,
su aspereza.

A qué suena el delirio sino a mares,
escondido el estruendo
en caracolas.

A qué suena el delirio
sino a iglesias,
repicando la luz
de las campanas.

A qué suena la luz
sino a tus ojos
camino de la selva
y de mi llanto.

A qué huele el escándalo de manos
sino a la viva lluvia
del encuentro.

A qué sabe la brisa de tu vuelo
sino a música cruel
y a mis desvelos.

¿Qué del mirar se queda en tus adentros?

A qué sabe la voz
de tus mañanas
si el café no está aún
y el río no calla.

A qué te huele a ti
la desmemoria
si el canto ya está
ahí
sobre la cama.

Cómo es que suena al fin
la cobardía
la triste encarnación de la mañana.

A qué huele la voz
la resistencia.

A qué sabe la música
el delirio
cómo es que cambia al fin
la madrugada

Esculpen mis palabras
tanto duelo
moldea el viento
la arena
y la esperanza

Los cuerpos ya no son
todo es afuera
repican los cabellos
suaves alas.

Descubro laberintos,
mis maneras
la dulce explicación de tus caderas

Tu peso se me mete
por la espalda

La límpida estrategia
de la duda

La acética esperanza
de mañanas

La cálida coraza
del acero

Esa cosa animal del desenfreno

La entrega involuntaria
y el latido

La cumbre del placer
ya te habías ido

Limpio y cálido estás
llorando a mares
sin barcos, puentes, vados
ni manglares.
Sólo sales
del río,
solo sales.

Explícame el placer
por la derrota
que quiere ser conquista
y se deshoja.

Déjame anclar las velas
tomar trenes
mirar con dulce fresco
tus paisajes.

Se esconde el viento
cáscara
en tus manos,
se cae la piel
marchita del durazno.

El odio es animal
en tus oídos
susurros de metal
y sin anclaje.

sábado, 4 de diciembre de 2010

Al fuego 
se le habla
despacito.

Sale el amor 
del aire
y así 
sopla.
 

Del vientre
sale el viento
y así 
arde.



Despierto al sueño de tí,
vienes mudando.

La caracola suena.

Despierta al sueño mi voz,
pasa cantando.

Solo es arena la piel.

Espera el sueño despertar,
camina el día.

Navego todos los ríos
de mi llanto.

Carga el fardo
de la pena.

No.

Arma regalos de vida.

Vuela.

Vigilia



Un brazalete nombra el lecho 
es remolino de aceite sobre la espalda 
abrigo en los jirones de la bruma 
que deja la soledad sobre su paso. 

Es la corola del viajero 
un eco de la flauta y de la llama, 
es una larga noche de nostalgia. 



Escuchar arder la madeja del recuerdo. 


Isolda Dosamantes